El Espíritu de la Filosofía |
¿A
quién se le ocurre relegar el pensamiento en la enseñanza? ¿Qué
repercusión tiene esta ausencia en el aprendizaje de la vida? En
principio, es una respuesta bien sencilla, ya que es la clase
dirigente de los respectivos países europeos indiferentemente de su
color político es la que le interesa que sus pobladores sean cuanto
más materialistas e incapaces de desarrollarse por si mismas como
personas. Porque eso es la clave, cuanto más embrutecidos nos tengas
las clases dirigentes, más fácil les resultara dirigirnos, de la
misma forma que un pastor dirige a un rebaño de ovejas al matadero.
Pero
¿a quién se le ocurre quitar la Filosofía
de
la primaria, de la secundaria, del bachillerato? Al Gobierno. Y, ¿por
qué? Por que no, sino para que. Es a fin de cuentas el triunfo del
pensamiento totalitario frente a la democracia liberal del los
últimos dos siglos. ¿Que quiero decir con esto? Es fácil. En el
siglo XX asistimos al nacimiento de las ideas totalitarias más
execrables que tuvieron lugar en Europa como el Comunismo, Fascismo y
Nazismo; y que por tanto nos dejaron una profunda huella a los
Europeos como la II Guerra Mundial. Si bien estas formas de vida
política fueron derrotadas, hay que recordar que lo fueron a fin de
cuentas, por la fuerza de las armas, nunca por el razonamiento lógico
de las ideas y de la conducta humana.
¿a
quién sirve que el pensamiento se relegue entre las materias que
forman parte del aprendizaje de la vida? En realidad, la contestación
de esa pregunta debería de contestarse como que a nadie le
interesaría tener una sociedad embrutecida, necia e impulsiva e
incontrolada por si misma. Pero bien mirado, ese tipo de sociedades
es lo que se busca hoy día, salvo por el hecho de que esta se
convierta en ingobernable, porque siempre alguien tratara de llevarla
a su propio cauce o beneficio.
En
realidad, hay que decir que la Filosofía en sí está en plena
forma, que la gente —los ciudadanos reflexivos, sensibles a los
valores, conscientes de su responsabilidad...— sigue pensando con
profundidad filosófica. Lo que está muy mal es la clase política,
que mete su zarpa en la capacidad crítica y la autonomía mental de
los ciudadanos permitiendo, sin inmutarse, la telebasura y la pobreza
mental en el ámbito público, que es lo que se busca a fin de
cuentas, porque una sociedad sin valores y deshumanizada, es una
sociedad corrupta en si misma.
Porque
la clase política europea, se a dado cuenta que contra las ideas
totalitarias nunca se podrá luchar lo suficiente. Porque para ello
es necesario cultivar la razón o hacer que la ciudadanía piense en
las decisiones que se toman y debido al miedo político que hay hoy
en día de no llegar a todo tipo de electorado, es por ello por lo
que se realizan leyes
ideológicas de educación como la que se acaba de aprobar en la que
pretenden eliminar —sencillamente, a un plazo no muy largo— un
área docente de la enseñanza secundaria y, si pudieran, de la
universitaria: la filosofía se enseña al menos desde la Academia de
Platón desde hace 2.500 años, y una generación de personajes
pendientes solo de los votos, de los resultados PISA y de moverse
para seguir flotando, la pretenden aniquilar para así conseguir como
he dicho una sociedad sin alma ni análisis critico por si misma.
Nunca
se respetará la dignidad humana, ni la pluralidad de opiniones, ni
el deseo noble de buscar el bien común si se niega la filosofía, ya
que el hecho en si de quererla suprimir por el poder, demuestra el
gran valor que esta tiene en el ser humano.
La
filosofía es determinante para impulsar el camino hacia un
pensamiento crítico, racional y razonable. Es indispensable conocer
no solo la historia de las ideas, también la historia del
pensamiento, la generación de determinados conceptos, la visión que
procuran, sus efectos y su funcionamiento. Pensar no es una mera
actividad mental, comporta todo un modo de hacer y de proceder. Y
requiere conocimiento de la situación de tu
lugar en el mundo y tu posición en dicho lugar. Porque al fin y al
cabo el ser humano por si mismo es una gota de agua en un océano
inmenso, pero la colectividad en si o la sociedad en la que te formas
y te desarrollas determinara tu impronta como ciudadano.
Al
fin y al cabo lo más importante de la filosofía es que te ayuda a
construirte a ti mismo y gracias a eso, es posible que logres
desarrollarte como ciudadano y persona. Posiblemente no te traiga
fortuna, ni te convierta en hacendado con grandes tierras, pero como
mentalidad propia te ayudara a comprenderte a ti mismo y a las demás
personas que te rodean. Porque la dejadez de no pensar solo puede
acarrear los más bajos instintos y a convertirte en un egolatra o
una persona maleable sin criterio para personas poderosas que
ostentan el poder.
¿Qué
supone esta dejadez? La filosofía es un modo de saber, necesario
para comprender el seguimiento de las categorías que constituyen
nuestro presente, que se cuestiona sobre el estado de cosas, lo
problemátiza y abre posibilidades de pensar de otra manera. En este
sentido, no resulta cómoda para los amigos de lo convencional.
Se
está llevando a cabo una reforma educativa en las Escuelas Europeas,
que dependen de la UE y tienen centros en varios países del
continente, entre ellos, España: pues bien, en esa reforma se
pretende suprimir la Filosofía en los cursos de Ciencias, mientras
que los alumnos de Humanidades contarían solo con una optativa, de
modo que sería perfectamente posible estudiar en las Escuelas
Europeas, sea en la modalidad de Ciencias o en la de Humanidades, sin
haber cursado ninguna materia de Filosofía; en resumen, la reforma
prevista supondría la eliminación casi completa de la Filosofía en
las Escuelas Europeas con objeto de convertirnos
en personas materialistas cuyo único fin sea la de conseguir ser
exprimidos como humanos para llevar a cabo de esta forma la supresión
de derechos adquiridos a lo largo de lustros porque de esta forma
nuestro criterio de crítica quedara anulado por le poder
constituido.
Como
he dicho, es cierto que la filosofía no da dinero ni poder, pero la
cuestión es que ni los mercados ni los ministerios pueden evitar que
los seres humanos no estemos hechos exclusivamente para la
rentabilidad. Alguien puede tener la ilusión de que, con estos
cambios neoliberales en la cultura educativa, nuestra sociedad
volverá pronto a la prosperidad... Pero la cuestión es que —como
la crisis económica nos ha enseñado—, esa presunta riqueza hoy
tan añorada puede ser también una forma de pobreza que, aunque sea
menos ostentosa que la de las hambrunas, no es ni menos grave, ni
menos injusta ni menos inhumana
La
filosofía, y en general las humanidades, son justamente lo único
con lo que poder alimentar un hambre de la que parece que quieren
quitarnos hasta el gusanillo, a ver si a fuerza de disimular nuestra
indigencia cultural nos resignamos a ser pobres de espíritu, sumisos
y tristes, para así poder ser controlados con facilidad.
¿A
qué se debe este desdén?. Creo que se trata, en efecto, más de un
desdén que de una planificada campaña en contra de la filosofía.
Parece claro que las más altas autoridades tienen una concepción
del proceso educativo extremadamente técnico-instrumental. No les
importa otra cosa que no sea la adecuación al mercado de trabajo por
parte de programas de estudio en sus diferentes niveles. De hecho, el
propio ministro José Ignacio Wert llegó a hacer recientemente unas
declaraciones en las que consideraba motivos espurios para decidir a
qué se quería uno dedicar en la vida (esto es, a la hora de elegir
una carrera) cosas tales como la pasión por una disciplina, la
vocación, el deseo de enriquecer la propia tradición o similares.
Lo que debía primar, según él, eran “las necesidades de la
sociedad (esto es, del sistema económico)”.
¿Qué
repercusión tiene en la formación de los chicos esta ignorancia? La
carencia fundamental en la formación del alumnado que no estudia
filosofía es la falta de pensamiento crítico. Además de la
carencia cultural que implica ignorar la historia del pensamiento
occidental. No conocer el pensamiento lleva a no entender
adecuadamente los distintos momentos históricos y culturales. Por
ejemplo, no se puede entender la Revolución Francesa y la
Ilustración, sin conocer el pensamiento moderno racionalista y
empírico. De igual modo, no entenderíamos el romanticismo sin
conocer El idealismo de Kant y Hegel. Asimismo, no se entienden las
revueltas europeas del XIX sin conocer a Marx. El resultado de todo
esto será un alumnado más sumiso, menos culto, menos crítico,
menos maduro intelectualmente hablando y más fácil de convencer con
cualquier propaganda.