domingo, 7 de abril de 2013

LA ACTUAL TRANSMISIÓN DE CONOCIMIENTOS DE LOS MAESTROS A SUS ALUMNOS


La vocación del maestro es, ante todo, vocación de entrega. El maestro entrega a quienes vienen detrás de él el acervo que recibió de otros que lo antecedieron; es el custodio de un saber heredado y el garante de su trasmisión. Y, entregando ese saber, se entrega a sí mismo, entrega todo lo que ese acervo ha hecho de él; y entrega la posibilidad de que quienes lo suceden se contemplen en su ejemplo.

El problema comienza cuando se nubla el sentido de esta vocación, cuando se pierde la noción de lo que debe entregarse, cuando lo que se entrega es nada, porque nada se ha recibido. Cuando se vive a oscuras, solo se pueden entregar tinieblas; y si alguien pugna por vislumbrar alguna luz, habrán de arrancársele, forzosamente, los ojos, para que su ceguera sea más completa.

La tragedia de nuestra época no es que haya opositores de magisterio necios o ignorantes; es que la vocación del maestro ha sido abolida, porque nada se puede entregar. Y allá donde se ha hecho el vacío es natural que acampen la impostura orgullosa y la irresponsabilidad satisfecha, encantadas de haberse conocido.

Por tanto, ya los maestros no quedran alumnos que sepan y que demuestren sus conocimientos más haya de la erudición o la excelencia. Incluso esa posibilidad sera negativa para el alumno, ya que a pesar de lo demostrado, habrá profesores siempre dispuestos a no otorgarles la nota requerida por todo tipo de prejuicios o estereotipos.

Actualmente en este país para sacar una asignatura se premia más la mediocridad que la excelencia, porque así el alumno a pesar de demostrar lo aprendido más allá de lo razonable siempre estará en manos de personas evaluadoras que cambiaran el criterio examinador siempre que les plazca para que el estudiante en cuestión no reciba la verdadera nota. Bastara por ejemplo que ese mismo profesor vea una erudición en el alumno más haya de lo razonable para querer cortarle las alas y demostrar así, que es el maestro en que asigna la nota. Dará completamente igual es esfuerzo y el amor del estudiante en dicha asignatura.

En cambio el alumno mediocre se le permite aprobar o ser aprobado, ya que así la autocomplaciencia del profesor sera la que otorgue dicho premio y no el esfuerzo del estudiante que debería tener el la asignatura. Así, se creara una simbiosis placentera entre profesor-alumno en el que estudiante a pesar de apenas ir preparado a la asignatura en cuestión, aprobara una asignatura inmedecidamente con pocas horas de estudio en su haber y dando muestras de no haberla comprendido.

Evidentemente de esta forma el maestro se librara de las posibles quejas, odios e insultos del alumno con objeto de quedar bien ante él y no ocasionarle ningún trauma. Para los traumas estarán los estudiantes que aman y disfrutan de las asignaturas; pero como esos ya han aprobado con creces mejor despreciarlos, ya que son mentes independientes y por tanto peligrosos del sistema.

Ademas, la sociedad actual en España no demanda eruditos, sino golfos e idiotas analfabetos con los mínimos estudios posibles cuyo denominador común sea obtener titulaciones con la realización mínima de aprendizaje. Para que así el día de mañana no comprendan absolutamente nada de la sociedad en la que están y no exijan sus reivindicaciones legitimas. Pero eso sí, estar en el entramado del engranaje para ser uno más y ser consumidor con objeto de crear una sociedad bobalicona a imagen y semejanza de aquellas personas que nos gobiernan y que nos enseñan.

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